jueves, julio 27, 2006

Restaurante Ca l´Enric

Carretera de Camprodón s/n La Vall de Bianya 17.800 T. 972.290.015

Ca l ´Enric sigue progresando año a año. El otro día nos invitó un amigo a cenar para celebrar su cumpleaños (este año muchos de mis amigos, como yo, cumplen cincuenta y gracias a Dios muchos lo celebran y me invitan). Mi amigo es un viejo conocido y cliente de Isabel y Juan Juncá los hermanos que, junto a su madre, han llevado a Ca l´ Enric de una modesta casa de comidas en el camino de Olot a Camprodón a lo que es hoy, para mí, uno de los mejores restaurantes de Catalunya.
Suelo ir una vez al año, en distintas épocas y la progresión es evidente, en el servicio y en la cocina. Ahora han acondicionado una nueva sala muy agradable, moderna y clásica a la vez donde se cena, o como en nuestro caso, se toman los cafés, las copas y un buen habano.
Jorge le había pedido a Juan un menú degustación con maridaje pero con alguno de sus clásicos incluidos. Empezamos con una copa de cava y unas galletas de parmesano muy sabrosas. Seguimos con una croqueta de gamba con un sabor intenso a mar y unas girgolas rebozadas muy bien fritas. Luego un tomate con un queso parmesano, logrado y una mini brocheta de sandia, queso de cabra aceite y menta. Era un conjunto perfecto, muy equilibrado y con la menta dándole frescor
Lo regamos con un Nun 2.004 un Xarel.lo del Penedes que , según nos comentó Juan, se produce sólo en un parcela de dos hectáreas y no se comercializa prácticamente. Su sabor me recordó algo a un viogner y lo encontré muy equilibrado.
Un bocadillo de foie con manzana caramelizada, estupendo el contraste acompañado de un chupa chup de foie rebozado con maíz francamente original.
Continuamos con una rodaja de tomate bien maduro con aceite, higo y jamón estupendo (nada que ver con el comentado en mi post sobre La Terraza del Casino)
Pasamos a un Remelluri viura. No es la viura una de mis preferidas pero era un buen vino.
Le llegó el turno a uno de los platos que había pedido Jorge, una anchoa del norte, con olivada negra “costró” de pan y queso fresco, una explosión de sabores increíble.
Luego vino el plato que mas me gustó, una cigala con cebolla confitada e infusión de perejil. La cigala estaba muy poco cocida, con la carne dura y la infusión de perejil, muy suave, la impregnaba de sabor.
A continuación canelón de trufa de verano (tuber estivalis). La pasta estaba en su punto ligeramente al dente ,pero solo ligeramente, para dejar el protagonismo al resto de los ingredientes. La trufa de verano no tiene la complejidad de la tuber melanosporum ( la típica trufa negra) pero como nos comentaba Juan tiene la ventaja del frescor y proximidad. Un plato muy bien hecho.
Juan nos ofreció un tinto de Jumilla Juan Gil 2.003 varietal de monastrell de cepas de más de 40 años con poca madera, que se fue abriendo y maridaba a la perfección. Color rojo ciruela oscuro con ribetes púrpuras de juventud. Frutos rojos maduros, regaliz y notas tostadas. Matices de madera nueva, y recuerdos especiados. En boca equilibrado, frutas maduras y suavemente persistente Digo una herejía si comento que me recordaba a algunos shiraz que he probado últimamente?
Probamos una hamburguesa de atún con queso de cabra de Borredá y láminas de trufa de verano. Demasiada trufa en el menú? La verdad en ese momento estaba a punto de explotar y supongo que por eso fue el plato que menos me gustó sin ser nada malo.
Entramos en las carnes con un cabrito confitado con salsa de frambuesas. Me tocó el muslo y lo partí sin el cuchillo, se deshacía literalmente y tenía un sabor finísimo. Estupendo.
Completamos las carnes con una cola de buey a la royal con manzana verde. Un plato super clásico, con algún guiño, pero perfectamente ligado, en la línea de lo que se puede exigir a los grandes maestros.
El primer postre fue una sopa de coco con helado de piña, muy fresco, con los aromas muy bien conjuntados.
Acabamos con un bombón de frambuesa y trufa rebozado en biscuit ruso con almendra. La frambuesa líquida y la trufa en el interior realzaban el conjunto.
Luego probamos un Mas Ferrant curial de Mont Ferrant Moscato d´Asti, de 4,5 grados con un sabor a uva y una ligereza muy interesantes. Bodegas Mont Ferrant ha pedido que le embotellen este vino en Italia y es una iniciativa muy loable ya que es económico, original y refrescante.
Disfruté mucho y no tengo peros que poner a este restaurante. Está consiguiendo un nivel altísimo dentro de los restaurantes de Catalunya.

sábado, julio 22, 2006

AROLA MADRID

Argumosa 43 28.012 Madrid T 91.467.02.02

Tenía ganas de ver de cerca y por dentro el nuevo edificio del Reina Sofia de Jean Nouvel así que aprovechando un sábado en Madrid me acerqué. No es este un blog de arquitectura pero tengo que decir que no me impresionó demasiado; tiene su qué, faltaría mas, pero nada que emocione.
Además de visitar la exposición Picasso, tradición y vanguardia , muy recomendable el juego entre cuadros de Picasso y otros autores sobre la misma temática, quería probar el nuevo Arola Madrid.
Lo que he dicho sobre el nuevo edificio no es aplicable al hall que está ocupado por el restaurante; lo encontré muy bien resuelto desde el punto de vista espacial, integrando muy bien ambientes. El espacio es enorme pero eso precisamente produce una sensación que le deja a uno muy a gusto. El local tiene dos partes, la primera con una gran barra y mesas para un tapeo informal y al fondo el restaurante. La parte del restaurante tiene el techo más bajo con movimiento, semejándose a un catamarán, en tonos granates muy elegante.
Era a la hora de comer y teníamos una cena en casa de unos amigos que iba a ser copiosa así que comimos ligero. Todo el menú gira alrededor de interpretaciones libres de tapas y medias raciones; al parecer el concepto lo ha puesto a punto Arola en su restaurante de Barcelona en el hotel Arts. No he ido pero las opiniones que he recogido son mixtas. Son propuestas mucho más desenfadadas y menos sofisticadas que su mítico La Broche
Nos trajeron para empezar como aperitivo de la casa unos nachos con guacamole y tomate, muy bien resueltos pero sin ningún toque especial. La selección de panes fue fantástica, algunos muy originales pero los de siempre también muy buenos.
Mientras esperaba en la barra me sirvieron una copa de vino blanco Basa, verdejo y viura, bueno, aromas florales, muy glicérico, un final muy correcto algo amargo como me gustan los ruedas. Es un vino de Telmo Rodríguez y eso se nota.
Empezamos con un shushi, totalmente diferente de los que se toman normalmente y en este caso la diferencia era interesante; tenía un fondo vegetal, con sésamo por encima, envuelto en pepino y con gelatina de wasabi.
Las bravas de Arola siempre han tenido fama. Las de casa Tomás siempre serán mis preferidas pero la reinterpretación que hace Arola me convenció totalmente. Hace un envoltorio de patata frita relleno de alioli con tomate que es realmente espectacular.
Siguiendo con platos “clásicos” reinventados pedimos unos huevos estrellados con trufa. Plato correcto con la trufa algo seca pero el conjunto bien ligado
Para postre una tarta de manzana con crema pastelera. La manzana no estaba bien cocida, estaba demasiado dura pero tenía un toque de pimienta que le daba mucha gracia; estaba acompañada por pistachos y almendras , original. Lo acompañé con un PX 1927 de Alvear, un clásico que se defiende muy dignamente.
Para acabar con un buen café unos bombones muy ricos.
Disfruté con la experiencia; el precio no es barato pero todo encaja bien y sales con la sensación de haber disfrutado de una experiencia agradable. Arola también ha abierto en Madrid dos locales de D´E Arola al parecer aún más informales y que espero probar pronto.

martes, julio 11, 2006

TERRAZA DEL CASINO

Alcalá 15 28.014 Madrid T 91.532.12.75

Hace algunos años disfruté de una de las cenas de las que mejor recuerdo tengo en la Terraza del Casino .El otro día volví. La decepción fue grande. El restaurante está regentado por Paco Roncero, un discípulo de Ferrán Adriá, que a su vez es “asesor” del restaurante.

Tuve mala suerte? Es posible. Para empezar no pudimos cenar en la magnífica terraza debido a la amenaza de lluvia. Nos ubicaron en una sala rectangular con amplias cristaleras delante pero con las mesas dispuestas sin ninguna gracia, como si fuese el vagón de un tren.

Llega el maitre y nos dice que o sí o sí que sólo hay menú degustación; me extraño un poco hago, algún comentario pero claro no nos vamos a ir, además a mí el menú degustación en general me gusta.


Me traen la carta de vinos, muy completa como es lógico en un restaurante así. La hojeo con detenimiento, hay algo que no me cuadra. No sigue una sistemática en cuanto a la división de la carta entre comunidades y/o D.O; por ejemplo, bajo el epígrafe Catalunya engloba de todo, desde el Priorat hasta Empordà-Costa Brava. En cambio Somontano en Aragón tiene una rúbrica para ella sola. Se lo comento al sommelier y no es capaz de darme otra explicación que si, que no soy el primero que se lo dice, pero que en Catalunya hay tantas D.O..... La noche no había empezado bien y de momento no se enderezaba. Comentamos sobre Shiraz y me recomendó Arrayán 2.003., D.O Méntrida, es una bodega reciente propiedad de la familia Entrecanales, unos constructores madrileños de mucho renombre. Color rojo picota, casi opaco. Bien en boca , buen contenido frutal, buen final pero demasiado tánico.

Nos sirvieron un cocktail, en concreto un Caipiriña nitro. Aquí empezó toda la parafernalia tipo Bulli con preparación de la caipiriña delante nuestro, bol, nitrógeno etc. que estaba super.
Para empezar nos trajeron una selección de “snacks” compuesta de galletas de parmesano (correctas con gusto de buen parmesano), plátano macho frito, piruleta de alga nori (el sabor del alga muy fuerte pero de eso se trata) chip de patata lila (del montón), cacahuete chococurry, bocadillo ibérico y aceitunas esféricas. Las aceitunas esféricas son increíbles, probablemente una de las más geniales innovaciones del Bulí dentro de su sencillez. Te las metes en la boca y literalmente explotan con un sabor intenso a aceituna y aceite. En fin, el tipo de comida que esperas encontrar en un sitio como este....en cambio con el bocadillo ibérico gran decepción. La idea es buena, un bocadillo al revés, el jamón por fuera y el pan por dentro. Pero claro cuando el jamón no vale nada el experimento no funciona. No me atrevo a decir que no era ibérico pero , si lo era, la calidad no era ad hoc. Y claro en un sitio así eso no debe pasar y por eso no se perdona.

Seguimos con las “tapas”. El caviar de melón con pasión y menta, muy vistosa la preparación con caja transparente, agujas y mucha parafernalia y técnica. Otra cosa fue el resultado, muy insulso, la pasión y la menta sólo levemente esbozadas. El canelón de piel de leche además de original estaba sabroso con los sabores conjuntados y una textura excelente. Los espárragos blancos con mahonesa caliente podían haber estado bien pero tenían demasiado vinagre, imperdonable en un sitio así. Los fardos de calamar con canelón de pollo y calabaza prometían pero cuando llego al pollo estaba frío, para ser exactos no estaba caliente y hacía que el plato que hubiese sido impecable chirriase.

A todas estas me apetecía más pan y probar alguna de las muchas, y fantásticas, variedades que nos habían ofrecido. Sorpresa, ya quedaban muchas menos, me extrañó porque no habíamos llegado los últimos y la cena apenas estaba mediada.

Y llegamos a los “platos”. Sopa de ajoblanco con langostinos, espárragos y ceps un plato soberbio bien ejecutado y con adecuados contraste; a mi me sobraba algo de espárrago pero para ser honestos aquí si que creo que es sólo cuestión de gustos. La ventresca de atún con cebolletas al cassis correcta nada especial . El pichón en escabeche ligero excelente, realmente ligero como su nombre indicaba y muy adecuado para acabar esa parte del menú.

Los postres muy bien. El granizado de chocolate blanco con mango y oliva negra excelente sobre todo la base y la trufa de macadamia con helado de café y pipa de calabaza también muy bueno con sabor a cítrico muy logrado.
Luego, con el café, un conjunto de “pequeñas locuras” donde había un poco de todo pero en general de buen tono y factura y con alguna originalidad como los peta colas de chocolate.

Esa noche me fumé un puro que llevaba yo; no tenía cortapuros ni cerillas y se ofrecieron a encendérmelo. Increíble, nunca me lo habían encendido y, la verdad, es un ritual espectacular. Aquí se atisbaba la alta calidad y el servicio de alto nivel que se le suponen a ese restaurante.
Por cierto con la nota nos trajeron el menú impreso (incluido el vino que habíamos pedido) y gracias a ello he podido transcribir exactamente los platos. Una virguería....

Llegamos al final, ¿como valoro la noche?. Un suspenso alto. Explico mi opinión. Probé platos excelentes, el servicio estuvo el algunos momentos a una altura increíble pero hubieron demasiados fallos que no se pueden perdonar en un restaurante de ese nivel con una estrella Michelin. Lo de la carta de vinos y algún otro comentario puede ser puñetería mía pero la calidad del jamón, el exceso de vinagre, las carencias del surtido de panes, el pollo frío, son demasiados fallos juntos para un sitio que se precia de ser lo que es. Ojo, aquí se come muy bien en algunos platos pero a lugares como estos yo les pido un plus (nada o casi nada puede fallar, pueden haber cosas del montón pero alguna te ha de entusiasmar) y la Terraza, esa noche, no me dio el plus. A pesar de eso no quiero ser negativo, si puedes cenar en la propia terraza el lugar por si sólo vale la pena y.....todo el mundo puede tener un mal día (tanto ellos como yo que, tal vez, estuve quisquilloso). Debería mejor darle un aprobado? Tendré que repetir para salir de dudas.