
Servicio impecable, “a la antigua” cercano y amable pero en su sitio. El local, un poco a trasmano cerca de la zona universitaria, algo desangelado pero en casos así no se le tiene en cuenta.
Para picar unas ricas croquetas de pollo y zanahoria rallada junto con un buen aceite y unas tostadas. Lo ideal para el lugar.
Comencé con una ensalada de sardinas, pimiento y tomate (junto con escarola), fresca y bien condimentada.
Mi chuletón de buey (o de vaca probablemente) estaba bien rojo como a mí me gusta y con un sabor correcto, Pero una de las sorpresas de la noche llegó con el acompañamiento: unas patatas soufflé y cebollas en aros. Las patatas insuperables, dignas de cualquier restaurante de alta escuela. Porqué se ofrecen en tan pocos lugares? Me comentó el maître lo complica

La otra sorpresa fue la tarta de manzana. Un hojaldre superfino y las láminas de manzana también muy finas. Otra delicia tradicional que estaba riquísima.
La carta de vinos es poco extensa; elegimos un Pesquera crianza 2.005 . Pesquera es un vino seguro y fiable y aunque no había probado esta añada seguía en su línea
Nos costó 120 euros dos personas y valió la pena.