
Tuvimos ocasión de charlar con Ismael Alegria, el chef, que nos contó el porqué de cada plato que había elegido. Llama la atención el interés por los productos de la zona como el pollo “pota blava “del Prat, las alcachofas de Viladecans etc. Los demás productos también de zonas escogidas. También el sommelier nos explicó con detalle los vinos que acompañarían a la cena; exposición impecable, profusión de conocimientos técnicos y una búsqueda de pequeñas bodegas, lo cual es de agradecer.

Ya en la mesa una profusión de “amuse gueles” muy ricos.
Comenzamos la cena con un ravioli de vieria con cuajada y caviar (casi inexistente por cierto); la idea de ligar el plato con la cuajada interesante y conseguida pero el conjunto algo triste.
Siguieron tres primeros, los tres espectaculares: una terrina de pollo pota blava del Prat con trufa; muy consistente pero muy sabroso a la vez, consiguiendo que se mezclen bien los sabores de la trufa y el pollo. Utilizan para hacerla todo el pollo especialmente la cresta y la papada que hacen rustida y que les queda gelatinosa; también los huesos con los que hacen un ligero consomé que mezclan con el resto. Unos carabineros de Huelva con emulsión de c

Los dos segundos mucho menos logrados. Unos salmonetes de Blanes con tapenade y azafrán eran originales; en efecto, los trozos de salmonetes albardados estaban rodeados de “carn salada” (tocino), lo que les daba un toque crujiente; pero, para mi gusto, el resultado no era nada especial. El otro segundo, un lomo de ciervo (marinado al enebro) con cebollitas, lombarda y dátiles fue el plato mas flojo.
Un queso Fourme d´Ambert macerado en Banuyls, demasiado elaborado para mi gusto, el banyuls le quitaba protagonismo al queso pero no era un mal conjunto.
De los dos postres sólo uno destacable el milhojas de cítricos con helado de merengue; tenía la virtud de fundir muy bien ambos sabores. El otro un plumcake de plátano y sorbete de ciruelas de L´Alborç demasiados sabores que se agolpaban en el paladar. Con los cafés un conjunto de “mignardises” ricas en general.
De los vinos destacar un Gómez Alba 2.003 del Campo de Tarragona, un chardonnay distinto

También bebimos un Ribera mágnum Figueiro vendimia seleccionada 2.003 que cumplió con lo que se esperaba. Con los postres un Clos Uroulat 2.004 DE Jurançon, un moelleux muy interesante.
En suma gran servicio y buena atención (algo de lentitud en algunos momentos), lugar impresionante y una cocina que en algunos platos estuvo a un nivel excelente pero que tuvo algunos momentos menos afortunados. Recomendable si se está dispuesto a pagar más de 100 euros por persona y se quiere gozar de un lugar y un conjunto poco habituales. Pero, mojándome un poco más, me parece prematura la estrella que Michelín le ha otorgado este año con tanta rapidez.
1 comentario:
Seguramente es prematura, un restaurante necesita rodaje, por mucha experiencia previa que tenga el promotor. Pero ya se sabe, que más tiene un rico cuando se empobrece que un pobre cuando se enriquece ;-)
Por cierto, que el vino seco que produce Clos Uroulat, el Cuvee Marie, me encanta. Tiene una nariz inconfundible (muy similar al que comentas, cítrico y mineral, pero obviamente seco). Aunque por su acidez es mejor darle un par de años de botella antes de liquidarlo. Si te gustó el dulce creo que te gustará también y es un blanco diferente.
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