Gran Via de les Corts Catalanes 442 Barcelona T93 289 34 60
Con los restaurantes, alguna vez, se hacen descubrimientos fortuitos. A mí no me suele gustar mucho ir a la aventura pero a veces pasa; y cuando pasa y resulta bien es doblemente agradable. Ocurrió el otro día y por casualidades de la vida, caímos en La Clara.
El local tiene una larga barra a la entrada y, separados totalmente de ella, dos comedores. Uno en el sótano para fumadores y el otro a nivel de planta donde estuvimos nosotros. Mesas agradablemente separadas, un gran armario de vinos al fondo, cocina a la vista, decoración en blanco con suelo negro, en suma un ambiente agradable. Servicio joven, atento y profesional.
Nos trajeron un pan con tomate excelente, tanto el pan (tipo chapata) como el tomate , de los que dan gusto.
Para empezar unos guisantes del maresme con alcachofas que estaban sabrosísimos y muy bien cocinados con ese punto de grasa que le da un buen toque a los guisantes pochados. Los berberechos naturales bien, de un buen tamaño.
Luego una ijada de atún del mar menor a la plancha con cebollas confitas y tomate pochado. Estaba muy bien, el acompañamiento también pero sin llegar a los que comí esta primavera en Cadiz. Unas cigalas, también con cebollas confitadas, bien, las cabezas muy sabrosas.
Los postres una crema catalana y un recuit de Fonteta con delicias de naranja amarga; el contraste entre el recuit y la naranja me pareció muy bueno pero hay que ser adicto a las “mermelades”. La crema catalana, bien quemada, la encontré insuperable. Si, como la que hacía mi abuela en su casa, con eso queda todo dicho.
El apartado vinos muy cuidado. Interesante la carta de postres que va separada de la del resto de platos. Además de los postres hay sugerencias de maridaje como por ejemplo “volcán de chocolate negro belga con chupito de Par vino de naranja” y vinos de postre por copas o en botella. Todo un acierto.
Con la ayuda del maitre nos decidimos por un Finca la Colina 2.004 de vinos Sanz
Un Sauvignon Blanc de Rueda. Un vino goloso, frutas tropícales, glicérido, todo un acierto que se conjugó muy bien con la cena.
El conjunto con cafés incluidos cien euros; no es barato pero hay que tener en cuenta que tomamos berberechos y cigalas. El sitio me gustó y repetiré para confirmar mis impresiones.
Con los restaurantes, alguna vez, se hacen descubrimientos fortuitos. A mí no me suele gustar mucho ir a la aventura pero a veces pasa; y cuando pasa y resulta bien es doblemente agradable. Ocurrió el otro día y por casualidades de la vida, caímos en La Clara.
El local tiene una larga barra a la entrada y, separados totalmente de ella, dos comedores. Uno en el sótano para fumadores y el otro a nivel de planta donde estuvimos nosotros. Mesas agradablemente separadas, un gran armario de vinos al fondo, cocina a la vista, decoración en blanco con suelo negro, en suma un ambiente agradable. Servicio joven, atento y profesional.
Nos trajeron un pan con tomate excelente, tanto el pan (tipo chapata) como el tomate , de los que dan gusto.
Para empezar unos guisantes del maresme con alcachofas que estaban sabrosísimos y muy bien cocinados con ese punto de grasa que le da un buen toque a los guisantes pochados. Los berberechos naturales bien, de un buen tamaño.
Luego una ijada de atún del mar menor a la plancha con cebollas confitas y tomate pochado. Estaba muy bien, el acompañamiento también pero sin llegar a los que comí esta primavera en Cadiz. Unas cigalas, también con cebollas confitadas, bien, las cabezas muy sabrosas.
Los postres una crema catalana y un recuit de Fonteta con delicias de naranja amarga; el contraste entre el recuit y la naranja me pareció muy bueno pero hay que ser adicto a las “mermelades”. La crema catalana, bien quemada, la encontré insuperable. Si, como la que hacía mi abuela en su casa, con eso queda todo dicho.
El apartado vinos muy cuidado. Interesante la carta de postres que va separada de la del resto de platos. Además de los postres hay sugerencias de maridaje como por ejemplo “volcán de chocolate negro belga con chupito de Par vino de naranja” y vinos de postre por copas o en botella. Todo un acierto.
Con la ayuda del maitre nos decidimos por un Finca la Colina 2.004 de vinos Sanz
Un Sauvignon Blanc de Rueda. Un vino goloso, frutas tropícales, glicérido, todo un acierto que se conjugó muy bien con la cena.
El conjunto con cafés incluidos cien euros; no es barato pero hay que tener en cuenta que tomamos berberechos y cigalas. El sitio me gustó y repetiré para confirmar mis impresiones.
2 comentarios:
Tomo nota!
Encantadisimo, elegí el vino porque era un Sauvignon Blanc de Rueda y así probaba otras cosas, para mí, nuevas de Rueda.Los verdejos me gustan mucho, suelo beber José Pariente y, si quiero algo especial,Beloundrade y Lurtón.
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